«No consigo concentrarme en nada. Mi sueño se está desmoronando como un castillo de arena cuando sube la marea y lo reduce a escombros de apenas unos centímetros de alto. Mi sueño se ha vuelto blanco, porque Beatrice tiene un tumor. El Soñador dice que tengo que plantear las preguntas oportunas para descubrir mi sueño. ¡Pues probemos con esta mierda de leucemia! ¿Qué coño pintas tú entre mi vida y la de Beatrice? ¿Por qué envenenas la sangre de una vida tan llena que no ha hecho sino empezar? No hay respuesta a estas preguntas. Es así y punto. Y si es así, no sirve soñar (…) Yo con los pies piso el suelo y pisoteo los sueños. El Soñador dice que los sueños tienen que ver con las estrellas: de + sidera, que en latín significa «estrella». ¡Mentiras! La única manera de ver las estrellas no consiste en desear, sino en hacerse daño...»
«No quiero tocar. No quiero comer. No quiero hablar.(…) Por fin he encontrado la manera de defenderme de este escorpión venenoso que es la realidad. Odiar es el único modo de ser más venenoso que el escorpión. Un odio veloz como el fuego que devora el papel y la paja, un odio que quema todo lo que toca, y que cuanto más toca, más se aviva. Ser malo. Estar solo. Ser fuego. Ser hierro. Esta es la solución. Destruir y resistir.»
«Doy un portazo y regreso a mi cuarto. Subo la música hasta hacer temblar las ventanas, para que todos me oigan y nadie me pueda hablar. Quiero encerrarme en una casa de ruido, porque hoy esta en la que vivo no es mi casa. (…) Subo la música y la letra de Numb está a punto de hacer trizas los cristales de las ventanas, para que todos me oigan. De pronto mamá grita: —¡Leo, baja el volumen, no puedo hablar por teléfono! Es justo lo que busco, pero tú no te enteras y crees que me gusta escuchar esta mierda de música a todo volumen. ¿O quieres que todo me dé igual? Lo único que pretendo es saturar con mi ruido este mundo provisto de tapones en los oídos.»
«Silencio blanco. Pero ¿por qué me da por buscar la soledad y cuando me hundo en su blanco sin asideros me aterroriza? ¿Por qué quiero que alguien me lance un salvavidas pero no hago nada por agarrarle la mano? Puede que algún día llegue a saber para qué valgo y cuáles son mis sueños, pero ¿alguna vez sabré ser algo distinto de un náufrago que no se deja ayudar? »
«Hay tardes en que mi cuarto, que es mejor que Eurodisney y Gardaland juntos, me parece un desván de cosas apagadas. ¿De qué vale la vida si después llega la muerte? Y lo que hay después de la muerte me da miedo. Y aún me da más miedo que después no haya nada. Y me da miedo Dios, que es omnipotente. Y me dan miedo el mal y el dolor. Y me da miedo la enfermedad de Beatrice. Y me da miedo quedarme solo. Y todo este blanco de mierda... Así que telefoneo a Niko, pero Niko está jugando al fútbol y yo no puedo ir. Entonces telefoneo a Silvia, pero Silvia no está en casa. La llamo al móvil: está desconectado. Le dejo un mensaje: «Llámame cuando puedas». Silvia, [...] Tengo miedo, Silvia. Tengo un jodido miedo de todo. Tengo miedo de no llegar a nada en la vida. Tengo miedo de que Beatrice muera. Tengo miedo de no tener a nadie a quien poder llamar por teléfono. Tengo miedo de que tú me dejes. Estoy en mi cuarto y dentro solo hay cosas mudas. Nadie con quien hablar. Los libros están mudos, porque resulta que además no hay ningún Soñador que me explique nada o me convenza de que me podrían gustar. Los cómics están mudos, a pesar de sus colorines. El equipo de música está mudo, porque no tengo ganas de encenderlo. El PC está mudo, porque esa pantalla tan profunda que puede contener el mundo entero, si la miras de perfil no es más que una pantalla plana. [...] soy un náufrago en medio de un océano de soledad. [...] Silvia, llámame, por favor. He desembarcado en una isla desconocida. Busco algo que me ayude a sobrevivir»
«Mi sueño es como esas cometas que hacía con papá de pequeño. Meses de preparación y luego nunca volaban. Una sola vez una cometa roja y blanca levantó el vuelo, pero el viento soplaba con tanta fuerza que la cuerda me cortaba la mano y a causa del dolor la solté. Beatrice se está yendo así, arrastrada por el viento. Intento retenerla, pero el dolor que causa la cuerda que la ata a mi corazón se hace cada vez más intenso... »
"Espero dos cosas: que alguien me salve o sencillamente que el mundo acabe en este momento."
Blanca como la nieve, roja como la sangre. Alessandro D´Avenia.
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