"Scribere me aliquid et devotio iubet"

"Scribere me aliquid et devotio iubet" San Bernardo de Claraval

Ya no le temo al blanco...

"Noto mis palabras libres y a la vez con peso. El peso se lo dan los hechos por los que he pasado, aunque ya se han convertido en alas y plumas que la hacen volar, tan ligera como grave. Sólo ahora que tengo peso, sé volar" Alessandro D´Avenia.

domingo, 18 de mayo de 2008

¿Qué haces Luna en el cielo?


En la poesía de Leopardi “Canto nocturno de un pastor errante del Asia”, se describen tres movimientos paralelos. El primero, el de la luna, es signo de un Misterio que no se desvela al hombre; el segundo, el del pastor, representa el hombre, aquel nivel del cosmos que se plantea la pregunta acerca de la totalidad de la realidad; el tercero, el del rebaño, que muestra que el animal, a diferencia del hombre, cuando satisface sus necesidades físicas, no tiene más deseos.

“ ¿Qué haces, luna, en el cielo? Dime, ¿qué haces,
silenciosa luna?
Sales de noche, vas
contemplando los desiertos, y luego te escondes.
¿No estás aún fatigada
de recorrer las sempiternas vías?
¿No te toma el hastío todavía, y aún deseas
mirar estos valles?
Se parece a tu vida
la vida del pastor.
Sale al alborear,
lleva el ganado por el campo, y contempla
rebaños, fuentes, prados.
Luego, cansado, reposa por la noche
y nada más espera.
Dime, oh luna, ¿para qué le sirve [a qué le vale]
al pastor su vida,
y a ti la tuya? Dime ¿a dónde tiende
este mi vagar breve
y tu curso inmortal? […]
Nace el hombre a la pena,
y es un riesgo de muerte el nacimiento.
Prueba dolor y tormento
enseguida; y en el principio mismo la madre y el padre
tienen que consolarle por haber nacido.
Luego que va creciendo,
uno y otro le sostienen, y así siempre
con hechos y con palabras se afanan en animarle
y en consolarle del humano estado:
otro oficio más grato
no hay para unos padres que cuidar a sus hijos.
Pero ¿por qué dar a luz,
por qué mantener la vida
a quien es necesario consolar por ella?
Si la vida es una desgracia
¿por qué para nosotros dura tanto?
Intacta luna, así
es el estado mortal.
Pero tú mortal no eres,
y tal vez lo que digo no te importa.
Aunque tú, solitaria, eterna peregrina,
que eres tan pensativa, tú tal vez entiendas
este vivir terreno,
nuestro pesar [padecer], y suspirar qué significa;
qué es este morir, esta suprema
palidez del semblante
y faltar de la tierra y apartarse
de todo usual y amante compañía.
Y tú ciertamente comprendes
el porqué de las cosas, y ves el fruto
de la mañana, de la noche,
del callado, infinito andar del tiempo.
Tú ciertamente sabes a qué dulces amores
ríe la primavera,
a quién ayuda el verano, y qué consigue
el invierno con sus hielos.
Mil cosas sabes tú, miles descubres,
que al sencillo pastor quedan ocultas.
Frecuentemente cuando yo te miro
tan muda estar en el desierto llano,
que en su lejano horizonte confina con el cielo,
o bien con mi rebaño
seguirme en mi camino lentamente
y cuando miro en el cielo arder las estrellas,
me digo, pensativo:
¿Para qué tantas luces?
¿Qué hace el aire sin fin, y esa profunda
infinita serenidad? Qué significa esta
soledad inmensa? Y yo, ¿qué soy?
Conmigo así razono; y de ese espacio
desmesurado y soberbio, y de esa innumerable familia,
después de tanto obrar, de tanto movimiento
de las cosas celestes y terrenas,
girando sin reposo
para volver allá donde empezaron,
utilidad alguna, fruto alguno
adivinar no sé. Pero tú, ciertamente,
doncella inmortal, tú sí lo sabes todo.
Yo sólo conozco y siento
que de los eternos giros,
y que de mi ser frágil
algún bien y contento
tal vez obtenga otro; para mí la vida es solamente mal.

Rebaño mío, que descansas. ¡Oh dichoso tú
que tu miseria, creo, ignoras!
¡Cuanta envidia te tengo!
No sólo porque de los afanes
casi libre te hallas;
que toda ansia, todo daño,
todo temor olvidas pronto,
sino porque jamás pruebas el tedio [tristeza, percepción de la insuficiencia de la realidad].
Cuando descansar a la sombra, en la hierba,
tú estás quieto y contento,
y gran parte del año
sin aburrimiento pasas en aquel estado.
Pero yo me siento en la hierba, a la sombra,
y el hastío [una molestia] me invade
la mente, y un aguijón me punza
de tal modo que, descansando, más que nunca estoy lejos
de hallar paz y lugar. […]
[Al rebaño]Si supieses hablar yo te preguntaría:
Dime, ¿por qué yaciendo
sin cuidado, ocioso,
se contenta todo animal,
y a mí el tedio me asalta si reposo?

Quizá si tuviese alas
para volar hasta las nubes
y contar las estrellas una a una,
o como el trueno errar de cumbre en cumbre,
sería más feliz, dulce rebaño mío,
sería más feliz, cándida luna.
O tal vez se equivoca, al ver la suerte ajena, mi pensamiento:
tal vez en toda forma, en todo estado,
cualquiera que sea o cubil o cuna,
es funesto a quien nace el nacimiento”.

lunes, 5 de mayo de 2008


La vocacion de San Mateo de Caravaggio... indescriptible... apasionante escena... un hecho verdaderamente sorprendente!




Clase de Práctica
Santiago de Chile, 16 abril, 2008

¿Por qué existe la voz? (y no la nada…)


¿Habrá una filosofía en que verdaderamente se hable del hombre? ,de su relación con el otro sin caer en una suerte de dualismo, es decir, de separar "teoría" de lo que realmente se vive. Entonces encuentro esta frase que dijo alguna vez (y que funda su filosofía y vida) Emannuel Levinas: "El rostro del otro es el lugar en el que el uno para el otro, emerge la promesa de Dios: tú no morirás"; me centro en lo que llamamos Dios, y es precisamente este deseo que surge en la relación con el otro (otro-Otro), el reconocimiento, el dejarse interpelar; no se trata de una idea inventada, mas bien el reconocimiento de lo más humano y es esa promesa: "tú no morirás". Este deseo, o signo como le llamaría Levinas, ¿ es acaso demasiado irracional, demasiado impulsivo?, Kierkegaard ha dicho que los verdaderos hombres, los "grandes" son los que esperan lo imposible, ¿es esto irracional? o es simplemente la grandeza del reconocimiento?. Puedo ignorar la pregunta, puedo negar que tenga un sentido, sin embargo no puedo dejar de reconocer que "todo tú eres una pregunta a la que no sé dar respuesta"... ¿no será más irracional crear ese límite?


"¿Ser o no ser?" Es hasta hoy la pregunta en la que se encuentra el hombre... Ser o no ser... hace un par de siglos hubo uno de estos grandes que esperaban lo imposible que respondió, y no pudo hacer de su respuesta algo más simple que el solo mirar la realidad, el rostro del otro: "Ser, definitivamente!" (En "Santo Tomás de Aquino" escribió Chesterton: " Si supuestamente el enfermizo intelectual renacentista dice:" ser o no ser, he ahí la pregunta", indudablemente el obeso doctor medieval replica con voz de trueno:"Ser, he ahí la respuesta". Es un punto importante; muchos con cierta lógica, hablan del Renacimiento como la época en que ciertos hombres empezaron a creer en la vida. Los medievales habían puesto muchas restricciones, y algunas restricciones excesivas a la universal hambre humana, frenesí incluso de vida. Esas restricciones se habían expresado a menudo en términos fanáticos y rabiosos; los términos de quienes se resisten a una gran fuerza natural; la fuerza de los hombres que deseaban vivir. Nunca, hasta que empezó el pensamiento moderno, realmente tuvieron que luchar con hombres que desearan morir. "). Siempre existe la posibilidad de que seamos la nada, esto me hace ver que la esperanza de que haya "algo más" no es a ciegas, sino una verificación, una atención y una pasión por los signos, por la verdad, una búsqueda (quizá la única) que no niega nada, que considera todos los factores; debe haber un punto en que se haga una certeza, en la cual ya, el negar el ser sería una "irracionalidad".


A continuación unos textos que no puedo dejar de considerar para intentar dar una respuesta a la pregunta...
"Aquel aburrimiento significa que, en las cosas, nosotros buscamos, apasionadamente y dondequiera, algo que las cosas no poseen. Se busca y se nos esfuerza de tomar las cosas así como se quisiera que sean, de buscar en ellas aquel peso, aquella seriedad, aquel ardor y aquella fuerza cumplida de las que se tiene sed: y no es posible. Las cosas son finitas. Todo lo que es finito es defectuoso. Y el defecto constituye una desilusión para el corazón, que anhela al absoluto. La desilusión se alarga, se convierte en el sentimiento de un gran vacío. No hay nada por el cual merezca la pena existir. No hay nada que sea digno de que nosotros nos ocupemos de ello. Nosotros sentimos una insatisfacción especialmente violenta por lo que es finito. Precisamente el hombre melancólico está más profundamente en relación con la plenitud de la existencia. Por mi cuenta, yo creo que más allá de cualquier consideración médica y pedagógica, su significado está en la existencia del absoluto. El infinito testimonia sobre sí, en el interior del corazón. La melancolía es expresión del hecho de que nosotros somos criaturas limitadas, sin embargo vivimos puerta a puerta con…pues bien, dejemos en fin el término demasiado prudente y abstracto de "absoluto"; escribamos, en su lugar, lo que sólo le corresponde: vivimos puerta a puerta con Dios. Somos llamados por Dios, elegidos para acogerlo en nuestra existencia. La melancolía es el precio del nacimiento de lo eterno en el hombre. La melancolía es la inquietud del hombre que advierte la cercanía del infinito. Beatitud y amenaza al mismo tiempo." (R. Guardini, Retrato de la melancolía)


No pretendo armar o dar una respuesta hoy (no porque no quiera, muy por el contrario) al por qué de la voz, o si el hecho de que tal voz exista certifica la existencia de un infinito que responda, infinito del cual Levinas nos ha hablado, y que Guardini describe mucho mejor que yo; sólo quería recordar que por lo menos en las relaciones más humanas este se manifiesta, y eso no se puede negar.


El título de este ensayo presenta una inquietud , la de un escritor (la mia tambien, por supuesto!) y poeta sueco del siglo pasado, el pesimista Lagerkvist, que en su poema decía así:


"Por qué está [yace ] una criatura en el fondo de las tinieblas
¿E invoca algo que no existe?
No hay ninguno que oiga la voz
que resuena en las tinieblas.
Entonces, ¿Por qué la voz existe?"


Para empezar una "respuesta", pero no para cerrar la cuestión... porque a veces siento que los personajes de Dostoevski están más vivos que nunca…


"Seguramente volveré otra vez a perderme, mientras que no me dé cuenta de lo que estoy predicando, o sea con que palabras y actos, porque no es fácil llevar al cabo esta tarea. Todo esto está perfectamente claro para mí, pero decidme: ¿quién no se ha perdido nunca? Todos nosotros estamos dirigidos hacia un punto muy claro, o por lo menos intentamos hacerlo, desde el hombre más sabio hasta el último de los criminales, sólo elegimos caminos diferentes. Esta es una vieja verdad, pero ahora hay algo nuevo: yo no puedo perderme del todo. Porque yo he visto la verdad, he visto y sé que los hombres pueden ser hermosos y felices sin perder la capacidad de vivir en la tierra. Yo no quiero y no puedo creer que el mal sea lo normal para los hombres. Desgraciadamente ellos no hacen más que reírse de esta fe mía. Pero ¿cómo puedo no creer en ella? Yo he visto la verdad, no me la he inventado, le he visto, la he visto, y su imagen viviente ha colmado mi corazón para siempre. La he visto en una integridad tan completa que no puedo creer que no exista. Entonces ¿cómo puedo perderme?. Me desviaré, claro, más de una vez, y puede que hable con palabras no mías, pero no por mucho tiempo: la imagen viva que yo he visto estará siempre en mí, a lo mejor reclamándome si es necesario, pero dirigiéndome siempre hacia el recto camino. Yo he visto con mis ojos, aunque no consiga contar bien lo que he visto" (F. Dostoevski)


Entonces continúo, todo tú (Tú) eres una pregunta... a la que no sé dar respuesta...


Vale Cabañas




"Todo yo soy una pregunta a la que no sé dar respuesta"
(P. P. Pasolini)



"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".
(L. Jonas)