"Scribere me aliquid et devotio iubet"

"Scribere me aliquid et devotio iubet" San Bernardo de Claraval

Ya no le temo al blanco...

"Noto mis palabras libres y a la vez con peso. El peso se lo dan los hechos por los que he pasado, aunque ya se han convertido en alas y plumas que la hacen volar, tan ligera como grave. Sólo ahora que tengo peso, sé volar" Alessandro D´Avenia.

sábado, 26 de febrero de 2011

Bajé contigo...


Memoria, Chiloé, 2008.


Los días de la libertad lanzan a descubrir con más certeza cuál es aquel afecto que sostiene la vida, la propia vida, toda la vida... no es que quede una nostalgia de los días de vacaciones, no existen treguas en el camino, y tú no eres una tregua ¡basta verte un segundo para saberlo!... sino que queda igual como una nostalgia de la presencia reconocida... un deseo de estar siempre cerca... siempre presentes... "todo está dispuesto si el corazón está dispuesto"... yo espero volver a encontrarnos, que no me escondas tu rostro.



Bajé, dándote el brazo, por lo menos un millón de escaleras,
y ahora que no estás, queda el vacío en cada escalon.
A pesar de eso, ha sido breve nuestro largo viaje.
El mío continúa todavía , y ya no me hacen falta
coincidencias, reservas,
subterfugios, esas humillaciones del que cree
que lo real es solo lo que se ve.
Un millón de escaleras bajé de tu brazo,
y no porque quizá con cuatro ojos se pueda ver mejor.
Bajé contigo porque sabía que de nosotros dos,
las únicas pupilas verdaderas, por muy nubladas que estuviesen,
eran las tuyas.
(Montale)


"¡Viva Cristo Rey!
Venegono, 20 de julio de 1945
Querido hermanito:
Hace mucho tiempo que quería escribirte. No me acuerdo cuánto: quise dejarte acabar los exámenes. Pero, ¡al menos escribirte!, que es el consuelo de los amigos que están lejos. Un consuelo… indefinido, porque se percibe cercano al amigo no sólo mientras le escribimos, sino que el corazón parece permanecer en contacto, con gozo y vigilante espera, también cuando la carta ha salido, durante días y días, quizá durante semanas enteras, porque, aun en medio de los quehaceres de la vida cotidiana, nuestro ánimo mantiene un margen, remoto pero vivo, de espera, de afectuosa expectación. “¿La habrá recibido hoy? ¿Mañana? ¿Me contestará? ¿Su respuesta estará ya de camino? Etc.” De tal manera que así vivimos cerca del amigo, con un interés más concreto de lo habitual. Porque desearíamos estar siempre cerca del amigo, pues todo lo que es bueno, bello y verdadero, es un símbolo de Él. ¡Oh ciertamente no existe un símbolo más directo y concreto que la amistad! Más aún, la amistad es más cierta y verdadera cuanto más es para nosotros un símbolo vivo de nuestro vínculo inconmensurable con Él. Y toda la actividad y la alegría, la felicidad, el trabajo, el ansia de nuestra vida, no tienen que ser más que el esfuerzo apasionado por comprender, por sentir, por querer cada vez más este vínculo personal con el Amor Infinito. Y nuestra melancolía es la de no poderle ver, sentir y tocar, como las cosas de aquí abajo; de tal manera que demasiadas veces los símbolos intentan prevalecer, y diluir en la niebla terrena la tensión al abrazo apasionado hacia Él. (...) . “Que Él sea hoy toda tu vida”. Tú, como amigo mío, ¿has deseado alguna vez para mí algo similar? Espero que los exámenes hayan ido bien. ¿Cómo va tu salud? El sábado por la tarde bajo a Milán, porque el domingo voy a la Parroquia de la Barona para la Santa Misa. Saluda de mi parte a tu hermano. Espero volver a verte en agosto, durante todo un mes. Pido al Señor Jesús que se haga percibir, para que conserve nuestros corazones colmados de alegría.
Cuídate mucho.
Tuyo don Luigi."

miércoles, 9 de febrero de 2011

Cuando se ha sido amada libremente...


La Libertad
Ch. Peguy • El misterio de los santos inocentes


Dice Dios (...)
Hay que amar a estas criaturas tal y como son.
Cuando se ama a un ser, se le ama como es.
Solo yo soy perfecto.
Quizás por eso mismo se lo que es la perfección
y pido menos perfección a estas pobres gentes.
Yo se lo difícil que es.
Y cuantas veces cuando sufren tanto en sus pruebas
tengo gana, estoy tentado de ponerles la mano bajo el vientre
para sostenerlos en mi ancha mano
como un padre que enseña a nadar a su hijo
en la corriente del rió
y que esta dividido entre dos sentimientos.
Pues por una parte si le sostiene siempre
y si le sostiene demasiado
el niño se confiará y nunca aprenderá a nadar.
Pero por otra, si no le sostiene en el momento justo
ese niño beberá un mal trago.
Así yo, cuando les enseño a nadar en sus pruebas
también estoy dividido entre esos dos sentimientos.
Pues si los sostengo siempre y si los sostengo demasiado
nunca sabrán nadar ellos solos.
Pero si no los sostengo en el momento justo
esos pobres hijos quizás beban un mal trago.
En eso esta la dificultad, que no es pequeña.
Y esa es la duplicidad incluso la doble cara del problema.
Por una parte es preciso que consigan la salvación por si solos.
Es la regla. Y esta es formal.
De otro modo no seria interesante. No serian hombres.
Además quiero que sean viriles,
que sean hombres y que ganen ellos mismos
sus espuelas de caballeros.
Por otra parte, no deben dar un mal trago
tras sumergirse en la ingratitud del pecado.
Tal es el misterio de la libertad del hombre dice Dios,
y de mi gobierno de el y de su libertad.
Si lo sostengo demasiado, ya no es libre
y si no lo sostengo lo suficiente, se cae.
Si lo sostengo demasiado, expongo su libertad,
si no lo sostengo lo suficiente, expongo su salvación:
Dos bienes desde cierto punto de vista casi igualmente preciosos.
Pues esa salvación tiene un precio infinito.
Pero que seria una salvación que no fuese libre.
Queremos que esa salvación la adquiera el mismo.
El mismo, el hombre. Que se la procure el mismo.
Que proceda en cierto sentido, de el mismo.
Tal es el secreto, tal es el misterio de la libertad del hombre.
Tal es el valor que le damos a la libertad del hombre.
Porque yo mismo soy libre, dice Dios,
y he creado al hombre a mi imagen y semejanza.
Tal es el misterio, tal es el secreto,
tal es el valor de toda libertad
la libertad de esta criatura
es el reflejo mas hermoso que hay en el mundo
de la libertad del creador.
Por eso la valoramos tanto,
y le damos un valor propio.
Una salvación que no fuese libre,
que no viniese de un hombre libre,
ya no supondría nada para nosotros.
Que seria eso. Que querría decir eso.
Que interés presentaría una salvación así.
Una beatitud de esclavos,
una salvación de esclavos, una beatitud sierva,
Porque queréis que me interese.
Acaso gusta ser amado por esclavos.
Si se trata únicamente de poner a prueba mi poder,
mi poder no necesita esos esclavos,
mi poder es suficiente conocido,
ya se sabe que soy el Todo-Poderoso.
Mi poder brilla lo suficiente en toda la materia
y en todo acontecimiento.
Mi poder reluce lo suficiente en las arenas del mar
y en las estrellas del cielo.
No se discute, es conocido,
resplandece lo suficiente en la creación inanimada.
Resplandece lo suficiente en el gobierno,
en el acontecimiento del mismo hombre.
Pero en mi creación animada, dice Dios,
he querido algo mejor, he querido mas.
Algo infinitamente mejor. Infinitamente mas.
Pues he querido esa libertad.
He creado esta libertad, incluso.
Hay muchas gradas en mi trono.
Cuando se ha tenido la experiencia de ser amado libremente,
las sumisiones ya no presentan ningún atractivo.
Cuando se ha tenido la experiencia de ser amado por hombres libres
la postración, las inclinaciones de los esclavos ya no significan nada.
Cuando se ha visto a San Luis de rodillas, ya no apetece ver
a esos esclavos de Oriente tendidos en el suelo
cuan largos son, boca abajo, en el suelo.
Ser amado libremente,
nada tiene ese peso, nada tiene ese valor.
Esa es, desde luego, mi mayor invención.




"Todo yo soy una pregunta a la que no sé dar respuesta"
(P. P. Pasolini)



"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".
(L. Jonas)