No tengo que decirte que aún te quiero... pero deja que te diga que aún te temo... Es cierto que sorprende la fantasía de Dios, y ¡de verdad que hasta regalonea!. Empezar el día con el Gloria, para estar más despiertos a su paso, a Su estar y ser entre nosotros, pero también riéndonos y jugando, es con-movedor pensar que también allí esté, porque no nos reímos por olvido, sino precisamente por la certeza de “esto”, que sea para siempre, viendo nuestros límites, pero es más, su Presencia es más, es como si desde siempre haya pensado esta amistad; es cierto, pasa a través de nuestras pobres humanidades, y “somos ricos que saben que no merecían serlo”. Cristo, me dijo un amigo, es como una llave, “la llave” que abre todas las puertas, ¡cómo es de concreto y cierto esto! Abre sobretodo el corazón del hombre –recuerdo muchos encuentros concretos, un nombre solo no provoca eso, pero un Hombre sí, sólo una verdadera Presencia puede hacernos entrar en un diálogo así-, descubre su corazón. Qué decir, en unos lugares, con unas personas es tan evidente Su presencia, en otros es más difícil, o por lo menos, es menos evidente reconocerLo... pero está, tiene que estar, si no antes tampoco estaba... Él no nos engaña, no abandona -sin embargo nosotros lo olvidamos-, Él siempre algo quiere decir... en vez de sólo ausencia intentar que sea espera... “Señor, que yo te vea es la mañana”... recuerdo a Chesterton y la juventud del Padre, que constantemente dice ¡que lo haga otra vez!... y lo hace otra vez... no tengo que decirte que aún te quiero... pero déjame decirte que aún te temo...
...Breve, sencillo y bello momento... qué bello conocer cómo Jesucristo era humano, reconocerse en las preguntas de los apóstoles, lo leí muy lento, pensando en las palabras, en cómo las diría don Giuss, me conmoví muchísimo, por cómo he vivido este tiempo, porque la amistad con “uno” ha sido volver al estupor del inicio, volver a preguntar quién es este, reconocer esa mirada que me aferró una vez en otro –el acontecimiento princeps-, se ha hecho tan claro el camino, como si la vocación en este momento partiera de seguirlo a él; descubro cómo he mirado este tiempo en su compañía, frente a quién, en qué momento se me han hecho más evidentes estas preguntas (siempre teniéndote muy presente –el acontecimiento princeps-); esa tarde hablábamos de las imágenes que tenían los demás, de su apego a ellas, pero eran imágenes que también tenían los apóstoles –esto es tremendamente liberador-, y sin embargo su apego a Él, a la respuesta de su vida hecha carne, a la ternura de su vida presente, su pertenencia a ÉL era más grande, ni siquiera sumando y restando, era evidente, sin embargo no les quita el desafío a la razón, ama su libertad por sobre todo, así como a nosotros hoy... es un trabajo... me con-mueve otra vez recordarlo, cómo ha sido conmigo, cómo lo viven mis amigos, cómo es algo que nos sucede a todos, sin embargo es tan personal, es una relación tan propia... fue muy sencillo pero a la vez de lo más realista, es como si llegar a Él así, fuera “la llave”, ¡lo es!