"Scribere me aliquid et devotio iubet"

"Scribere me aliquid et devotio iubet" San Bernardo de Claraval

Ya no le temo al blanco...

"Noto mis palabras libres y a la vez con peso. El peso se lo dan los hechos por los que he pasado, aunque ya se han convertido en alas y plumas que la hacen volar, tan ligera como grave. Sólo ahora que tengo peso, sé volar" Alessandro D´Avenia.

lunes, 31 de agosto de 2009

Déjame decirte que aún te temo...

Vacaciones en Ancud, Chiloé. Febrero 2008.

"No tengo que decirte que aún te quiero
tú sabes cuánto me oprime el corazón,
y conoces la ternura insoportable
que me vapuleó cuando nos conocimos.

No tengo que decirte que aún te quiero
pero deja que te diga que aún te temo,
a ti, que no has vulgarizado estos largos años,
a ti, que abres tus ojos inmortales
y haces que nos encontremos por primera vez.
Tápate la cara, que aún te tengo miedo."
De G.K.C. a F.B.

No tengo que decirte que aún te quiero... pero deja que te diga que aún te temo... Es cierto que sorprende la fantasía de Dios, y ¡de verdad que hasta regalonea!. Empezar el día con el Gloria, para estar más despiertos a su paso, a Su estar y ser entre nosotros, pero también riéndonos y jugando, es con-movedor pensar que también allí esté, porque no nos reímos por olvido, sino precisamente por la certeza de “esto”, que sea para siempre, viendo nuestros límites, pero es más, su Presencia es más, es como si desde siempre haya pensado esta amistad; es cierto, pasa a través de nuestras pobres humanidades, y “somos ricos que saben que no merecían serlo”. Cristo, me dijo un amigo, es como una llave, “la llave” que abre todas las puertas, ¡cómo es de concreto y cierto esto! Abre sobretodo el corazón del hombre –recuerdo muchos encuentros concretos, un nombre solo no provoca eso, pero un Hombre sí, sólo una verdadera Presencia puede hacernos entrar en un diálogo así-, descubre su corazón. Qué decir, en unos lugares, con unas personas es tan evidente Su presencia, en otros es más difícil, o por lo menos, es menos evidente reconocerLo... pero está, tiene que estar, si no antes tampoco estaba... Él no nos engaña, no abandona -sin embargo nosotros lo olvidamos-, Él siempre algo quiere decir... en vez de sólo ausencia intentar que sea espera... “Señor, que yo te vea es la mañana”... recuerdo a Chesterton y la juventud del Padre, que constantemente dice ¡que lo haga otra vez!... y lo hace otra vez... no tengo que decirte que aún te quiero... pero déjame decirte que aún te temo...

...Breve, sencillo y bello momento... qué bello conocer cómo Jesucristo era humano, reconocerse en las preguntas de los apóstoles, lo leí muy lento, pensando en las palabras, en cómo las diría don Giuss, me conmoví muchísimo, por cómo he vivido este tiempo, porque la amistad con “uno” ha sido volver al estupor del inicio, volver a preguntar quién es este, reconocer esa mirada que me aferró una vez en otro –el acontecimiento princeps-, se ha hecho tan claro el camino, como si la vocación en este momento partiera de seguirlo a él; descubro cómo he mirado este tiempo en su compañía, frente a quién, en qué momento se me han hecho más evidentes estas preguntas (siempre teniéndote muy presente –el acontecimiento princeps-); esa tarde hablábamos de las imágenes que tenían los demás, de su apego a ellas, pero eran imágenes que también tenían los apóstoles –esto es tremendamente liberador-, y sin embargo su apego a Él, a la respuesta de su vida hecha carne, a la ternura de su vida presente, su pertenencia a ÉL era más grande, ni siquiera sumando y restando, era evidente, sin embargo no les quita el desafío a la razón, ama su libertad por sobre todo, así como a nosotros hoy... es un trabajo... me con-mueve otra vez recordarlo, cómo ha sido conmigo, cómo lo viven mis amigos, cómo es algo que nos sucede a todos, sin embargo es tan personal, es una relación tan propia... fue muy sencillo pero a la vez de lo más realista, es como si llegar a Él así, fuera “la llave”, ¡lo es!

...No tengo que decirte que aún te quiero... pero déjame decirte que aún te temo... a ti, que abres tus ojos inmortales y haces que nos encontremos por primera vez. Tápate la cara, que aún te tengo miedo...

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"Todo yo soy una pregunta a la que no sé dar respuesta"
(P. P. Pasolini)



"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".
(L. Jonas)