"Scribere me aliquid et devotio iubet"

"Scribere me aliquid et devotio iubet" San Bernardo de Claraval

Ya no le temo al blanco...

"Noto mis palabras libres y a la vez con peso. El peso se lo dan los hechos por los que he pasado, aunque ya se han convertido en alas y plumas que la hacen volar, tan ligera como grave. Sólo ahora que tengo peso, sé volar" Alessandro D´Avenia.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Redescubriendo...me



Es temprano en la mañana,
temor de ver esas líneas por las que corren vagones llenos de cuerpos,
movidos no se por qué...
con los ojos vendados, labios secos y almas quizá también,
o tratando de ocultarlas para no estallar y salir corriendo.
Me anclo con la mente en blanco y vuelvo a ver esos sueños,
eso que algún día seré, eso que secretamente soy...
olvido todo lo que me rodea, incluso el tetrix que estamos jugando...
no importa, algún día seré yo,
podré despertar y este vagón será un carro con personas felices porque pueden ser ellos mismos...
porque saben que son templo,
y yo también...
si, soy yo,
soy tu signo.

11 comentarios:

HarryHaller dijo...

Como siempre el diseno de las imagenes es perfecto. Te dedicas profesionalmente a esto, verdad.
La poesia es delicadisima.
Un saludo

Álex dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

"Movidos por no sé qué"...
...pero tú encuentras esperanza.

Gracias.

FJ.MJ dijo...

Hola, que tal!

Pasaba por aquí para comentarte que respondí tu pregunta en mi blog, espero que tu duda quede satisfecha, de todos modos, para lo que necesites puedes dejarme un comentario o bien mediante mi correo electrónico que aparece en el mismo blog.

Te agradezco tu participación y espero volver a contar con tus opiniones y aportaciones en mi blog. De verdad, gracias.

Por otro lado, tu blog, que acabo de descubrir tiene muy buena pinta, así que pronto volveré y con mayor detenimiento lo miraré. La selección musical está genial.

Saludos desde España.

Cristian dijo...

Enigmático pero buen escrito. Bendiciones.

Nosotras mismas dijo...

Historias del metro, siempre tan literarias.

Besos

Carlos Alberto dijo...

Valeska: Es muy impresionante estar esperando que llegue el tren subterráneo, que llegue para llevarnos a nuestros trabajos, a nuestros hogares, a una cita con un amigo, con una amiga, y estar rodeados y un poco apretados y un poco sofocados por tanta gente, por tantos desconocidos, por tantos hombres y mujeres y niños, por tantos pensamientos silenciosos que nunca conoceremos, por tantos corazones buenos y malos, por tantos fantasmas que quizá nunca volveremos a ver. ¿Cuántos amigos, cuántas amigas, podríamos encontrar en algunos de esos rostros, si nos dieran la oportunidad? Tal vez a nuestro lado, muy seria y muy tranquila, está una bellísima persona, que tiene mucho para ofrecernos, tantas cosas, Valeska, tantas pero tantas: consejos que nos harían crecer, sentimientos que nos harían ser mejores, palabras que nos ayudarían a ser más felices y dichosos, y más sensatos, y más inteligentes. Pero ahí viene el tren, Valeska, el tren subterráneo, con todos sus ruidos y sus luces y sus aullidos. ¡Qué lastima! Apenas unos minutos, eso fue todo lo que nos dieron. Ahora cada cual a su trabajo, a su casa, con su familia, con sus hijos, con sus jefes, con sus amigos. Ya nunca nos veremos...

¡Saludos!

Posdata: Gracias por tu comentario en mi blog. Tus comentarios son siempre muy interesantes, muy ingeniosos. Siempre bienvenidos.

(¡Hola, HarryHaller! ¿Como estás?)

Recomenzar dijo...

Increible como escribes tan joven tan sabio

Miguelo, sc dijo...

Un día me subí a uno de esos vagones, intentando enseñar a la gente que se puede sonreir. Pero sorprendido descubrí que había menos gente triste de la que yo había imaginado. Muchos sonreían a su vida, aunque no compartían su sonrisa con los demás.
Quizás fue en ese momento cuando, en medio de la indiferencia, descubrí una sonrisa cómplice. Y después otra. Y otra, y otra más... No estaba solo. Había otros como yo buscando las sonrisas de los demás, y compartiendo las suyas. El mundo parecía no ser tan gris, y si lo era, estaba iluminado por una brizna de esperanza. (Mt 5, 15-16)

Precioso texto. Preciosa alma.

FJ.MJ dijo...

Hola,

Te escribo para comentarte que colocado un link tuyo en mi blog, espero que no te importe.

También espero que la sobredosis de Vega que te transmití ayer vaya siendo positiva y te guste aún más.

Te deseo lo mejor, saludos desde España.

Carlos Alberto dijo...

Valeska: Vine a dejarte un comentario, pero veo que aún no has cambiado el texto.

¡Muchas gracias por tu visita y tus comentarios!

Creo, Valeska, que Albert Einstein lo GANÓ TODO y lo PERDIÓ TODO. Se dio el gusto de cambiar el MUNDO, de cambiarlo de una manera extraordinaria, y se convirtió en un hombre famoso, reverenciado en vida. Por otro lado, le gustaba estar solo con sus pensamientos, con sus problemas de física, con sus juegos mentales. Y, con el paso de los años, sintió cada vez más la necesidad de encerrarse en sí mismo, dejando a su familia y a sus amigos afuera. Había algo de amargura y de tristeza en sus palabras, cuando dijo que su mujer tenía más lazos con el mundo que él.

Aunque no le fue bien con su familia, Einstein fue un buen hombre, un hombre valiente, un acérrimo defensor de las libertades civiles en los Estados Unidos durante las épocas más sombrías del macarthismo.

Valeska: Estas son palabras de Einstein:

«Más allá está un mundo inmenso, que existe al margen de nosotros, los humanos, y que se nos muestra como un grandioso y eterno enigma, aunque parcialmente accesible a nuestro análisis y especulación. La contemplación de este mundo nos llama como una liberación... El camino hasta este paraíso no es tan confortable ni tentador como el que conduce al edén religioso, aunque se nos ha mostrado seguro y digno de confianza. Por mi parte, no lamento en absoluto haberlo escogido.»

¡Saludos





"Todo yo soy una pregunta a la que no sé dar respuesta"
(P. P. Pasolini)



"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".
(L. Jonas)