El Conductor y yo, por ese camino escondido,
entramos a retornar al claro mundo;
y sin cuidarnos de reposo alguno, 135
subimos, él primero y yo segundo,
tanto que vi las cosas bellas
que lleva el Cielo,
por un resquicio redondo. 138
Y entonces salimos a volver a ver las estrellas. 139
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