"Praevenit, sustinet, implet; ipse facit ut desideres, ipse est quod desideras" San Bernardo
"Scribere me aliquid et devotio iubet"
"Scribere me aliquid et devotio iubet" San Bernardo de Claraval
Ya no le temo al blanco...
"Noto mis palabras libres y a la vez con peso. El peso se lo dan los hechos por los que he pasado, aunque ya se han convertido en alas y plumas que la hacen volar, tan ligera como grave. Sólo ahora que tengo peso, sé volar" Alessandro D´Avenia.
martes, 30 de abril de 2013
jueves, 25 de abril de 2013
lui
«Terminado este soneto, me sobrevino una maravillosa visión en la cual contemplé cosas tales que me determinaron a no hablar de aquella alma bienaventurada hasta tanto que pudiera hablar de ella más dignamente. Para llegar a esto estudio cuanto puedo, como ella sabe verazmente [así como ella sabe]. Así es que, si es placer de Aquel al cual todas cosas viven, que mi vida dure algunos años, espero decir de ella aquello que jamás se ha dicho de mujer alguna; guste a Aquel que es Señor de la cortesía, que mi alma pueda dirigirse [ir] a ver la gloria de su mujer, es decir, de aquella bendita Beatrice, la cual gloriosamente mira la cara de Aquel que es todos los siglos bendito»
«Hay algo de esta joven, de este amor, de esta relación que no es clara. Necesito entrar ahí dentro y entender por qué Dios me la ha dado, por qué Dios me la ha hecho encontrar, por qué me la ha quitado así». Necesitaba entender qué cosa, estimando al signo que ella había sido, podía en cambio permanecer»
el signo que él había sido...
domingo, 14 de abril de 2013
Nos ayudan a entenderlo dos oraciones de
la liturgia de las horas, con las cuales Dante tenía familiaridad, el canto de
Zacarías, el Benedictus, y el canto
de la Virgen, el Magnificat. El primero,
que se recita en la mañana, dice: «Bendito el Señor […] porque […] ha suscitado para nosotros una
salvación potente, […] como había prometido por boca de sus profetas» (Lc 1,
68-70). La otra gran oración, aquella que se dice en la tarde, el Magnificat,
se cierra así: «Ha socorrido a Israel su siervo […] como había prometido a
nuestros padres» (Lc 1, 54-55). Prometido «a nuestros padres» en el lenguaje
bíblico quiere decir prometido a la raíz de nuestro corazón. A la raíz del
corazón del hombre hay una espera de bien, una promesa hecha a Abraham y a su
descendencia por siempre. Sí, aquello que hemos intentado decir la vez pasada
es esto: venimos al mundo con una promesa, una promesa de bien.
Dante lo había
presentido, entrevisto, experimentado en el encuentro con Beatrice; pero
después Beatrice muere. ¿Dónde va ahora a terminar la promesa de bien que ha
movido el corazón de Dante desde el nacimiento, que mueve el corazón del hombre
siempre, que parece realizarse en un encuentro, en una amistad, en un bien
vislumbrado, pero que, después se va?
Franco Nembrini
viernes, 12 de abril de 2013
lunes, 1 de abril de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)




"Todo yo soy una pregunta a la que no sé dar respuesta"
(P. P. Pasolini)
(P. P. Pasolini)
"Él poseía una ingenuidad que le permitía mirar las cosas de nuevo, como si nadie las hubiese contemplado antes que él. Contemplaba al mundo con ojos nuevos, asombrados".
(L. Jonas)
(L. Jonas)