
Del monje ruso Andrei Rublev
“Has visto lo que puede hacer el dominio , muchacho? Hay quien le llama a eso “atesorar el fuego”. Lo que quiero demostrarte es que los fuegos “atesorados” duran más y producen más calor. Tú llevas dentro fuegos muy ardientes, hijo mio. En ocasiones, te tornas tan violento como el fuego cuando se le quita el tiro. Eso es falta de dominio. Eso significa que tus llamas suben totalmente, sin beneficiar a nadie, pero tambien significa que te vas a consumir pronto. Aprende a atesorar tus ardores, ¡y arderás muy prolongadamente, hijo mío!.
Hijo, has de arder por Dios. ¡El señor necesita de calor para combatir el frío que debe rodear su Corazón al ver lo que los hombres estan haciendo con su Iglesia!”
He buscado a quien…, y no lo hallé- murmuró Roberto.
“ En el fondo del corazón de cada hombre, Esteban, existe un punto sensible, que si se toca una vez, les hace ser algo más que hombres: ¡ les convierte en santos! Yo lo he visto lo mismo que vos. ¡ Fijaos en lo que ha ocurrido en Europa en estos años úlimos! Proporcionad a los hombres una causa y un caudillo, ¡y llegarán a olvidarse de que son hombres para convertirse en amantes!
(…)¿Seréis vos el caudillo y la causa, la estricta observancia de la Regla benedictina?
-¡Nunca!- exclamó Alberico, el antiguo gerrero-. No hay más que un caudillo único: ¡Jesucristo! Y no existe más que una causa:¡ el honor y la gloria de Dios!”